[Esto es una pequeña reflexión expuesta en el grupo de telegram de Dungeon World, por tanto está enfocada a juegos PbtA o similares, generalmente narrativos. No es, ni pretende ser apta para todo tipo de juegos. Tampoco es un dictado sobre cómo se debe jugar, es una reflexión relacionada con mi agenda y nunca con una visión absoluta de los juegos de rol, narrativos o no. Agradezco y acojo con placer cualquier matiz o discrepancia.
Tras ella me dispondré a plantear los jueves «ejercicios» denominados en dicho grupo como #juevesdecuentico para quien quiera participar. Cuya única finalidad es el simple placer de plantear situaciones y resoluciones, y leer otros planteamientos, contrastar diferentes enfoques, adquirir perspectiva sobre las infinitas posibilidades que nos permiten los juegos de rol con toda su riqueza.
Gracias por leer y participar a quien le plazca.]
La narración compartida puede ser algo tan ortopédico como «Cruzas la puerta, qué ves?». Y no pasa nada, si ambas partes disfrutan de esa forma de narración.
Pero también puede ser algo fluido y natural como:
«DJ: Cruzas la puerta y un extraño resplandor rojizo sorprende a tus ojos. La cueva, amplia, está salpicada de piedras brillantes color sangre. Varias columnas aparentemente naturales trazan sinuosos recorridos desde el suelo hasta un techo abobedado. Una ligera neblina habita el aire dando un extraño aspecto onírico a la estancia. En mitad de la sala una roca redondeada y lisa como un canto reposa como esperando a ser visitada.
PJ: El ambiente tibio y cargado me agobia en cada respiración. Los numerosos huecos oscuros por donde no se flitra la luz destacan más que la propia luz, como evidenciando que ocultan algo, me ponen nervioso y una gota de sudor resbala por mi frente. Avanzando despacio saco un pequeño frasco de mi bolsa. Sin detenerme, observando con recelo ese extraño altar, recojo un poco de de la densa bruma en el y lo sello calentando con mi fuego la cera de la tapa. Me detengo justo en frente de una de esas columnas, la observo detenidamente intentando discernir su extraña naturaleza cuando repentinamente me parece oír algo moverse, rápido y taimado entre las sombras proyectadas entre el rojo brillo. Un pequeño animal, quizás? Algo más terrible?»
Aquí el DJ da una pequeña descripción, imprecisa, introduciendo diversos elementos, aparentemente ambientales, sin preestablecer, aunque unos sean más llamativos que otros, cuales son o no relevantes.
El jugador, desde la narración de su personaje, sin necesidad de preguntar para precisar, añade elementos ambientales. La temperatura tibia, las sombras. Detalla más la escena, desarrollando su naturaleza y añadiendo posibilidades.
También recoge algunos de esos elementos y les da juego. Recoge la niebla en un frasco. La niebla podría ser solo un elemento de color, pero pasa a ser importante e interesante en en ese mismo instante. Las preguntas surgen inmediatamente para toda la mesa, qué puede ser esa niebla? por que es interesante para el personaje estudiarla o guardarla? También se interesa por una de las columnas. El jugador está transmitiendo, a través de las acciones de su personaje, que elementos quiere desarrollar y relevantizar para la trama, o la situación.
También cabe destacar que ha nombrado al canto como un altar, lo que sugiere qué es lo que se ha imaginado el jugador de un elemento vagamente descrito y no definido. Algo a tener en cuenta.
Por último añade un sonido, hay algo más ahí. No lo concreta, de hecho deja entre ver la posible paranoia del personaje. El jugador quiere descibrir qué es lo que ha oído? Una pequeña rata? Un espectro? Un peligroso depredador? Introduce el elemento en la narración y como ha hecho el DJ previamente, le pasa la bola.
Es un toma y daca. Una conversación donde cada participante va completando y desarrollando la ficción recogiendo el testigo de su interlocutor y respondiendo con un «sí y además».